Muchas personas se ofenden cuando otro
propietario pone en duda el comportamiento de su perro a la hora de
relacionarse con los demás en el parque o el pipi-can.
Y, aunque es verdad que hay gente muy
quisquillosa (para qué vamos a decir que no), todos y todas deberíamos
tener claro que nuestro perro no está jugando de forma adecuada si:
1- No muestra señales claras de invitación al juego: me refiero a la típica postura denominada de play bow que puede verse en la foto de este post (patas delanteras apoyadas sobre el suelo y culo + patas traseras levantadas).
2- Ha perdido el control emocional de la situación: nuestro perro está totalmente sobre excitado.
3- No muestra inhibición de la mordida: muerde con tal intensidad que provoca dolor en el otro perro e incluso heridas.
4- No existen pausas durante el juego: no hay momentos de descanso sino que el perro ha entrado en un frenesí difícil de frenar.
5- Nuestro perro no se pone nunca en situación de desventaja:
hace que el otro se sienta continuamente acorralado. Si es así, lo
notaremos porque el perro que se encuentra en situación de inferioridad
intentará huir, morderá, chillará, se girará evitando el contacto o
intentará apartar a nuestro perro con la pata.
Si detectamos cualquiera de estos cinco comportamientos, lo
recomendable es interrumpir el juego llamando a nuestro perro para que
venga o, directamente, agarrándolo y tranquilizándolo. Para calmarlo se
le puede pedir, por ejemplo, que se siente o se tumbe durante unos
instantes y ofrecerle un premio a cambio. De esta forma, evitaremos la
posible frustración por haberle “chafado” la diversión.
…
Fuente: Parte de la información contenida en este artículo está
extraída del Seminario sobre Juego al que asistí el pasado mes de julio
de 2013 y que fue impartido por los profesores del Centro de Estudios Etológicos.
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