Antes de empezar el ejercicio necesito tener al perro motivado, atento a mi. Esto lo habré entrenado previamente con las técnicas adecuadas. Nunca empiezo el juego a lo loco, siempre hay un control que me ayuda a manejar la impulsividad del perro y a que el propio perro sepa manejarla también, por esto le digo que se siente antes de jugar y cuando acabamos de jugar. El lenguaje corporal relajado es importante y el verbal también pero me gusta tener un lenguaje sencillo, simple, sin añadurías que puedan confundir al perro, un lenguaje excesivamente efusivo hará que el perro entre en un estado de locura que no me permitirá hacer lo que busco. Hay que buscar un estado dependiendo del perro, unos necesitan más efusividad y otros menos. Muestro el juguete al perro para que sepa qué es lo que quiero de él, le digo que se siente y lanzo.
Cuando el perro va a coger el juguete (cuando abre la boca), silbo una vez e intento que sea siempre el mismo silbido, para marcar ese momento. Abro los brazos para animar al perro a venir en cuanto me mira y le recompenso cuando esta llegando de manera verbal. Juego un poco a lo torpe tipo mono (sí, parezco un pato) imitando un poco el lenguaje del juego de los perros en el que ponen el culo en pompa y zigzagean con las patas delanteras para que vea que yo soy parte del juego y no un aparato que lanza la pelota, obviamente no voy a tirarme al suelo siempre que quiera jugar con lo que lo acoplo a mi lenguaje corporal. En el último lanzamiento tuve que silbar dos veces porque había una distracción a lo lejos que me podría estropear el ejercicio ya que esta parte es una de las primeras fases en las que se entrena sin distracciones.
Espero que os guste y os sirva
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